Repoblación de perdices.
La sociedad de cazadores "La Villafranquina" sabe que la
obligación de los cazadores es cuidar las poblaciones de animales silvestres con
todo su recelo, ya que de ellas depende que pueda disfrutar de la caza natural
durante las próximas temporadas.
"La Villafranquina" sabe que los socios ejercen una presión sobre las poblaciones de
animales cinegéticos. En el pasado, el cazador no focalizaba su actividad a una
o pocas especies, sino todo lo contrario. En la actualidad, la legislación
restringe prudentemente el número de especies cazables, pero aun así los
miembros
de la sociedad suelen acotar mucho más sus especies autorizadas. Esto hace que
se ejerza una presión sobre unas poblaciones muy concretas de animales, dejando
de banda especies también cinegéticamente aptas, pero con menor presencia en el
coto. Todo ello ha echo que la sociedad asuma su responsabilidad en no
desequilibrar las relaciones de competencia y predación que asocian a los
animales que pueblan el coto.
La fauna y la flora silvestres de la zona tienen un alto
valor, que debemos de respetar todos los que la disfrutamos. Aunque las
actividades modernas están modificando nuestra flora y fauna
silvestres. Esto se podría resumir en el abandono progresivo de los campos
agrícolas, el aumento de las actividades extensivas, el aumento de la masa
forestal y una agricultura mucho más agresiva con el medio. De mismo modo,
tenemos que aprender a asignar a lo natural un valor alto, considerando que coste
tienen reponerlo. "La Villafranquina" a considerado como obligación el cuidar
de las poblaciones silvestres y favorecer el número de las mismas a través de la
introducción de nuevos individuos autóctonos, así como mejorar su hábitat.
El método utilizado para la introducción de perdices es
sencillo a la vez que eficaz. Previamente a la repoblación, se realizan el
asentamiento de unas jaulas móviles de 3x3x1,5 metros. El sitio de ubicación es
estudiado por el gabinete técnico, eligiendo las zonas que han sufrido mayor
presión por parte de los socios o que reúnen mayor facilidad de adaptación para
los nuevos inquilinos, es decir, la zona debe poseer una densidad adecuada de
puntos de agua, debe haber una superficie de cereales, leguminosas o cultivos
agrícolas y una vegetación que ofrezca suficiente cobertura para dar
protección a los animales durante los primeros días en el campo. Seguidamente,
se introducen las perdices el mismo día que se reciben, para así reducir el
estrés de los animales. En cada jaula se forman grupos de 15 individuos, que a
su vez, se dividirán una vez en el campo en subgrupos de 3 o 4 miembros. En la
jaula se les dispone de agua y alimento a voluntad. El alimento que se les
ofrece es el mismo que van a encontrar en la zona, con ello se consigue un
mayor éxito de adaptación, al reconocer antes las perdices su fuente de
alimentación en el campo. Como único método de protección se rodea la jaula con
bolas de naftalina que harán que los predadores oportunistas como los zorros
rehúsen de atacarlas.
Para saber si las repoblaciones de perdices tienen éxito, "La
Villafranquina" anilla las perdices introducidas. Este año el color elegido ha
sido el negro. Con ello se pretende facilitar el seguimiento en campo, así como
la propia identificación del individuo en cuestión.
"La Villafranquina" sabe que los cazadores son las personas que deben
estar más interesadas en el desarrollo de estrategias positivas para el estímulo
del uso compatible de la tierra con la subsistencia de poblaciones de animales
cinegéticos. Así pues, tal como dijo Coca Vita (2002): Un buen cazador, un cazador ecológico.
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